Ee ese un ejemplo de catástrofe y desolación ocasionado por la naturaleza, sin embargo, otras son resultado de la mano del hombre, y como pasa en un país no muy lejano de Haití, que se llama Colombia y donde tenemos nuestra morada temporal, encontramos una realidad un tanto parecida a las consecuencias dejadas por ese terremoto. Un documento preparado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), el Departamento Nacional de Planeación (DNP), el Banco Mundial, Fedesarrollo y algunas de las más prestigiosas universidades del país, utilizando entre otros el índice Gini, el cual mide los niveles de desigualdad, y que fue publicado a finales del año en el diario El Espectador, mostró en resumen los siguientes resultados a 2008: El 46% de la población -cerca de 20 millones de personas- vive en condición de pobreza y en relación con la indigencia, o extrema pobreza, el estudio mostró que afectó al 17,8% de la población. Lo anterior dicho de otras palabras no es más que tomar una muestra de 100 colombianos y encontrar que 46 son pobres, 18 indigentes y solo 36 tienen garantizadas en su totalidad la satisfacción de las necesidades básicas.
De la necesidad justamente quiero hablar el día de hoy, primero como respuesta a la columna del día 18 publicada en este blog donde se nos invitaba a enterarnos que requerían quienes nos rodean en general, pues comencé por las cifras del país, y viendo que estas no son nada alentadoras, encontré que para los que estamos en el Señor estas pasan a un segundo plano, lo cual fue corroborado con la Predica de este domingo titulada EL SUSTENGO DE DIOS, y confirmado con su palabra. Si bien existen necesidades también existe la promesa de salir de ellas como se determina en Salmos 50:15 “E invócame en el día de la angustia;
Te libraré, y tú me honrarás.”, de igual forma en Mateo 6:8 nos enseña “No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis”.
Pero algo me seguía intrigando, si bien lo anterior implica tener conciencia de las carencias ajenas y propias al acercarnos a Dios, teniendo la herramienta de la oración y el estudio de su palabra, Él conociendo lo que requerimos lo solucionaría, sentía que a a la ecuación le faltaba resolver una incógnita.
Mi preocupación se centró en que la verdadera necesidad de este país no se refiere a las de nuestros hermanos en la fe, es justamente la necesidad de Dios y del conocimiento de su hijo Jesucristo, de los que no saben nada de Él, sinceramente creo que la estadística más triste no es la relacionada con los indices de pobreza sino cuanta proporción de cada 100 colombianos tiene a nuestro redentor y salvador en su corazón, mucho me temo que esa cifra puede ser sustancialmente baja, es por eso que a los jóvenes de BALUARTE quienes que se perdieron la primera reunión del año les invito a no seguir ignorando nuestra misión verdadera y que dejemos de ser de cierta forma cómplices de la condenación espiritual de muchos colombianos dejando que muchos “mueran”.
Debemos ganar almas, esa es nuestra obligación primaria, saciemos la necesidad del Señor que tienen los colombianos, cumplamos la gran comisión descrita en Mateo 28:18-20 y generemos fruto este año que comenzó.
El mundo necesita a Dios, mis jóvenes hermanos seamos realmente consientes que COLOMBIA SIN CRISTO ESTÁ PERDIDA!, llevemos el evangelio, no nos avergoncemos.
Un abrazo a todos.
1 comentario:
Este! ;)
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