En Ester 6:11-13 Dios
nos dice: “Y Amán tomó el vestido y el
caballo, y vistió a Mardoqueo, y lo condujo a caballo por la plaza de la
ciudad, e hizo pregonar delante de él: Así se hará al varón cuya honra
desea el rey. Después de esto Mardoqueo volvió a la puerta real, y Amán se dio prisa para irse a su casa,
apesadumbrado y cubierta su cabeza. Contó luego Amán a Zeres su mujer y a
todos sus amigos, todo lo que le había acontecido. Entonces le dijeron sus sabios, y Zeres su mujer: Si de la
descendencia de los judíos es ese Mardoqueo delante de quien has comenzado a
caer, no lo vencerás, sino que caerás por cierto delante de él.”
En muchas ocasiones, como
pasó con Mardoqueo, el mundo nos premia por haber actuado correctamente, en el
caso de él, fue la exaltación por el denunciar el macabro plan de los
funcionarios reales Bigtán y Teres quienes procuraban el magnicidio del
emperador persa Asuero según lo contenido en Ester 2:21-23: “En aquellos
días, estando Mardoqueo sentado a la puerta del rey, se enojaron Bigtán y
Teres, dos eunucos del rey, de la guardia de la puerta, y procuraban poner mano
en el rey Asuero. Cuando Mardoqueo
entendió esto, lo denunció a la reina Ester, y Ester lo dijo al rey en nombre
de Mardoqueo. Se hizo investigación del asunto, y fue hallado cierto; por
tanto, los dos eunucos fueron colgados en una horca. Y fue escrito el caso en
el libro de las crónicas del rey.”.
Sin embargo el mundo no
siempre ve con buenos ojos ese tipo de enaltecimiento de un miembro del pueblo
de Dios.
El odio de Amán
Amán era el gran visir
del emperador persa Asuero, sin embargo no veía con buenos ojos a Mardoqueo ni
a su pueblo, de hecho tramó una conspiración que concluyó con un decreto imperial
que estableció el exterminio de los judíos como se muestra en Ester 3:6:
“Pero tuvo en poco poner mano en Mardoqueo solamente, pues ya le habían
declarado cuál era el pueblo de Mardoqueo; y procuró Amán destruir a todos los judíos que había en el reino de
Asuero, al pueblo de Mardoqueo.”
Una persona con una
situación de privilegio o autoridad puede aborrecer lo relacionado con el
pueblo de Dios.
La voluntad del emperador
Asuero quiso reconocer públicamente
la denuncia que permitió evitar su homicidio y honrar a Mardoqueo, como narra Ester
6:1-3: “Aquella misma noche se le fue el sueño al rey, y dijo que le
trajesen el libro de las memorias y crónicas, y que las leyeran en su
presencia. Entonces hallaron escrito que
Mardoqueo había denunciado el complot de Bigtán y de Teres, dos eunucos del
rey, de la guardia de la puerta, que habían procurado poner mano en el rey
Asuero. Y dijo el rey: ¿Qué honra o qué
distinción se hizo a Mardoqueo por esto? Y respondieron los servidores del rey,
sus oficiales: Nada se ha hecho con él.”
Un gobernante o jefe
querrá aplaudir a quien actúe correctamente y nosotros debemos estar siempre en
esa lista de personas que merezcamos un elogio de esa naturaleza para la gloria
de Dios.
El deseo de Amán
Amán en su corazón quería
tener el favor de su emperador y confiaba ciegamente que si Asuero concedería
un reconocimiento él sería la persona que de seguro lo recibiría como se
describe en Ester 6:6-10: “Entró, pues, Amán, y el rey le dijo: ¿Qué se
hará al hombre cuya honra desea el rey? Y
dijo Amán en su corazón: ¿A quién deseará el rey honrar más que a mí? respondió
Amán al rey: Para el varón cuya honra desea el rey, traigan el vestido real de
que el rey se viste, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que
está puesta en su cabeza; y den el vestido y el caballo en mano de alguno de
los príncipes más nobles del rey, y vistan a aquel varón cuya honra desea el
rey, y llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de
él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey.”
No todas las personas ven
con agrado nuestro buen testimonio cristiano.
La decisión del emperador y la sorpresa de Amán
La vanagloria de Amán le
jugó una mala pasada y la determinación soberana del emperador fue la de
enaltecer a Mardoqueo por encima de él, como se describe en Ester 6:10: “Entonces
el rey dijo a Amán: Date prisa, toma
el vestido y el caballo, como tú has dicho, y hazlo así con el judío Mardoqueo, que se sienta a la puerta real;
no omitas nada de todo lo que has dicho.”
Cuando el mundo reconoce
nuestro éxito y la gloria de Dios la envidia se ve expuesta.
Amán se llevó una buena
lección de vida y luego de honrar al hombre que odiaba tuvo un motivo y causa
de pesar y desazón, fue humillado delante del mundo, sus amigos y familiares y
la envidia dominó su ser, siendo importante resaltar que de acuerdo con el
versículo 13, sus allegados y la persona más íntima viendo su derrota frente a
un miembro del pueblo de Dios, lo aconsejaron de una manera errónea alimentando
su odio contra Mardoqueo.
Jóvenes, como en la
situación de Mardoqueo, puede darse la circunstancia en la que por obrar correctamente
seamos honrados exaltando el nombre de Dios y esto signifique la envidia del
mundo.
Finalicemos esta entrada
con el siguiente pasaje.
Job 40:12
“Mira a todo soberbio, y
humíllalo,
Y quebranta a los impíos
en su sitio.”
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