En
Deuteronomio 5 encontramos la recapitulación e LOS X MANDAMIENTOS narrada con
anterioridad en Éxodo 20:1-7, esta vez Dios me hizo detenerme en el décimo mandamiento
descrito en Deuteronomio 5:21: “No
codiciarás la mujer de tu
prójimo, ni desearás la casa de tu
prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.”
Ese fue
último de los mandamientos de la lista entregada por el Señor a Moisés,
recordemos que cada uno de estos preceptos, se constituyeron como el fundamento
de las leyes civiles y penales de los estados de derecho a lo largo de la
historia de la humanidad incluyendo las actuales.
Una prohibición
Dios claramente
a través de la ley quería impedir la ejecución de una conducta determinada: LA
CODICIA.
¿Qué es la codicia?
La
definición que nos da el mundo se puede simplificar como: “El deseo ansioso y
excesivo de personas o bienes.”
Ahora
miremos esta conducta que el Señor expresamente prohíbe a la luz de su sagrada
Palabra:
Forma
parte del primer pecado cometido por la humanidad
Sabemos
de antemano que el pecado primigenio de la raza humana fue la desobediencia sin
embargo si observamos en detalle este pecado conjugó otras conductas
desagradables ante los ojos de Dios, miremos Génesis 3:6: “Y vio la
mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría;
y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como
ella.”
Eva
codició el fruto del árbol del bien y del mal, quiso alcanzar la sabiduría
alejada del Creador siguiendo el consejo de Satanás y compartió el fruto con
Adán.
Es un
mandamiento escrito directamente por el dedo de Dios
Cuando
Dios habló con Moisés a diferencia de otras oportunidades entregó estas leyes
redactadas en piedra directamente por Él, corroborémoslo en los siguientes
pasajes, Éxodo 31:18: “Y dio a
Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios.”
Y Éxodo 32:15-16: “Y volvió Moisés y descendió del monte, trayendo en su
mano las dos tablas del testimonio,
las tablas escritas por ambos lados;
de uno y otro lado estaban escritas. Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura
era escritura de Dios grabada sobre las tablas.”
Incluye
múltiples objetos
Al
revisar nuevamente el pasaje guía Deuteronomio 5:21: “No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su
tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.” Podemos ver
que Dios contempla diferentes fuentes para la codicia, como personas, cosas,
animales y otras inmateriales como la sabiduría y el conocimiento del bien y el
mal.
Las consecuencias de la codicia
De esta
conducta sancionada por Dios se derivan muchas consecuencias, recordemos
algunas de ellas.
La
principal fue la separación de los primeros seres humanos del Creador y su
expulsión del paraíso como se establece en Génesis 3:22-24: “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo
el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del
árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de
que fue tomado. Echó, pues, fuera al
hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida
que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.”
Otra es
la falta de vida relacionada con el pecado y sus practicantes escrita en Proverbios1:10-19
“Hijo mío, si los pecadores te
quisieren engañar, No consientas. Si dijeren: Ven con nosotros; Pongamos asechanzas para derramar sangre, Acechemos
sin motivo al inocente; Los tragaremos vivos como el Seol, Y enteros, como los
que caen en un abismo; Hallaremos riquezas de toda clase, Llenaremos nuestras
casas de despojos; Echa tu suerte entre nosotros; Tengamos todos una bolsa, Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie
de sus veredas, Porque sus pies corren
hacia el mal, Y van presurosos a
derramar sangre. Porque en vano se tenderá la red Ante los ojos de toda
ave; Pero ellos a su propia sangre ponen asechanzas, Y a sus almas tienden lazo. Tales
son las sendas de todo el que es dado a la codicia, La cual quita la vida de
sus poseedores.”, y confirmada en Proverbios 12:12: “Codicia el impío la red de los malvados;
Mas la raíz de los justos dará fruto.”
También
puede derivar en la injusticia y falta de generosidad como contempla Proverbios
21:26: “Hay quien todo el día
CODICIA; Pero el justo da, y no detiene su mano.”
Es
objeto de la ira y disciplina divina y nos puede alejar de Dios como detalla Isaías
57:17: “Por la iniquidad de su codicia
me enojé, y le herí, escondí mi rostro y
me indigné; y él siguió rebelde por el camino de su corazón.”
No hay
forma de escapar de sus efectos como se desprende de Habacuc 2:9: “¡Ay del que codicia injusta ganancia para su
casa, para poner en alto su nido, para escaparse del poder del mal!”
La codicia en el Nuevo Testamento
Es claro Dios en Corintios
10:6: “Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no
codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.” Establece que nosotros hoy como
Iglesia debemos aprender de los malos ejemplos y desear únicamente el bien.
En Marcos 4:19: “pero
los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace
infructuosa.”, podemos ver claramente que es un obstáculo para la
predicación del Evangelio y su expansión.
Tratándose del dinero se
expone notoriamente la mala relación que existe entre ellos, remitámonos a I de Timoteo 6:9: “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación
y lazo, y en muchas codicias necias y
dañosas, que hunden a los hombres en
destrucción y perdición;” y I de Timoteo 6:10: “porque raíz de todos
los males es el amor al dinero, el
cual codiciando algunos, se extraviaron
de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.”, demostrando que el
deseo de dinero y el amor a este se traducen sufrimiento y desvío del camino
del Señor.
Es incorrecta cuando no
se desea teniendo en cuenta a Dios según Santiago 4:2: “Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis
de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.”, nuestros deseos deben ser acordes con la voluntad de
nuestro Padre Celestial.
En una forma de practicar
el pecado como estatuye II de Pedro 2:14: “Tienen los ojos llenos de
adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia,
y son hijos de maldición.”, su práctica se puede convertir en una costumbre y
rutinariamente ejecutarla.
3 comentarios:
Gracias =) =)
Los dos venenos de la humanidad: CODICIA y ORGULLO... Gracias
Gracias !!!
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