La
primera acepción del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española
define lo amargo así: “Que tiene el sabor característico de la hiel, de la
quinina y otros alcaloides; cuando es especialmente intenso produce una sensación
desagradable y duradera.”, de igual forma la segunda acepción muestra lo
siguiente: “Que causa aflicción o disgusto.”
En Éxodo
15:25 encontramos la bella historia del agua amarga de Mara perfectamente
resumida de la siguiente manera: “Y Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en las
aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y
allí los probó;”
Moisés
partió el Mar Rojo y el pueblo de Israel llegó al desierto de Shur donde
pasaron condiciones adversas como nos muestra Éxodo 15:22: “E hizo
Moisés que partiese Israel del Mar Rojo, y salieron al desierto de Shur; y anduvieron tres días por el desierto sin
hallar agua.”
En
condiciones normales un ser humano puede permanecer una semana sin beber agua
pero sometido a la inclemencia del desierto ese lapso de tiempo se reduce
drásticamente a la mitad especialmente en los niños y ancianos, el pueblo de
Israel está al limite de la
deshidratación y la supervivencia.
Cuando
por fin lograron encontrar el precioso liquido las circunstancias empeoraron
como nos narra Dios en Éxodo 15:23: “Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque
eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara.”
La
respuesta del pueblo fue la de manifestar sus quejas y disgustos censurando las
acciones divinas como se establece en Éxodo 15:24: expresando su
necesidad: “Entonces el pueblo murmuró
contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber?”
La actitud
de Moisés fue poner la necesidad de
Israel manos de Dios como lo mostramos al comienzo de esta entrada.
Dios
respondió al pueblo sediento endulzando el agua amarga y los llevó a una tierra
donde el agua era dulce y determinó lo siguiente como se muestra en Éxodo
15:26-27: “y dijo: Si oyeres
atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos,
y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna
enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador. Y llegaron a Elim, donde había doce fuentes
de aguas, y setenta palmeras; y acamparon allí junto a las aguas.”
Jóvenes, Dios nos sacó del mundo y ha obrado milagrosamente en nuestra vida, sin embargo
la amargura puede llegar y con ella la oportunidad de poner la necesidad en
manos del señor para que endulce esa amargura y nos traslade de Mara a Elim.
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