Dios me sorprendió grande
y gratamente en Génesis 21:1-7, fragmento de la Biblia que contiene la
narración del nacimiento de Isaac, descrita así:
“Visitó Jehová a Sara,
como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había hablado. Y Sara concibió y
dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho. Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le
nació, que le dio a luz Sara, Isaac. Y circuncidó Abraham a su hijo Isaac
de ocho días, como Dios le había mandado. Y era Abraham de cien años cuando
nació Isaac su hijo. Entonces dijo Sara:
Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo. Y
añadió: ¿Quién dijera a Abraham que Sara habría de dar de mamar a hijos? Pues
le he dado un hijo en su vejez.”.
Hace unos días el Señor
me mostraba la razón que motivó la risa de Abraham y Sara y era la duda de su
poder respecto de la capacidad de procreación de la pareja de ancianos.
Esa vacilación e
incredulidad fue borrada con el embarazo y nacimiento de Isaac, hecho con el
que Dios demostró su potestad ilimitada.
La llegada del bebé trajo
alegría a sus padres y la pequeña criatura sería fundamental del plan divino en
la tierra, es verdaderamente importante resaltar que esta vez los motivos para
reír de Abraham y Sara eran completamente legítimos ante los ojos de Dios, y el
mismísimo nombre del niño significa en castellano RISA.
Nuestros verdaderos
motivos de alegría deben provenir del Señor, veamos algunos pasajes que lo
confirman así:
Job 8:21: “Aún llenará tu boca
de risa, Y tus labios de júbilo.”
Salmos 126:2: “Entonces nuestra
boca se llenará de risa, Y nuestra lengua de alabanza; Entonces dirán entre
las naciones: Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos.”
Isaías 61:10: “En gran manera me
gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con
vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió,
y como a novia adornada con sus joyas.”
Jeremías 15:16: “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de
mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los
ejércitos.”
Hechos 8:5-6/9: “Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba
a Cristo. Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía
Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. …así que había gran gozo en aquella ciudad.”
I de Pedro 1:8: “… a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo,
aunque ahora no lo veáis, os alegráis
con gozo inefable y glorioso;”
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