Durante esta semana
estuve leyendo el libro de Génesis y llamó de sobremanera mi atención la
historia narrada en el capítulo 12 versículos 10 al 20 sobre el paso de Abram
por Egipto.
Sobre Abram conocemos su
origen descrito en Génesis 14:13: “Y vino uno de los que escaparon, y lo
anunció a Abram el hebreo, que
habitaba en el encinar de Mamre el amorreo, hermano de Escol y hermano de Aner,
los cuales eran aliados de Abram.” Es la primera vez que se nombra
específicamente esa nación.
En Génesis 12:1-3:
encontramos la promesa que hizo Dios a Abram y a la nación hebrea así: “Pero
Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa
de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación
grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de
la tierra.”
La estadía de Abram en
Egipto tiene varias singularidades que vale la pena analizar.
El Egipto antiguo
descrito en la Biblia es un cuadro del mundo, un país en medio del desierto,
con prosperidad, grandeza, arquitectura y arte de características monumentales
pero sin la presencia de Dios y sumido en la idolatría y el paganismo.
Las necesidades humanas
Narra Génesis 12:10: “Hubo
entonces hambre en la tierra, y descendió Abram a Egipto para morar allá;
porque era grande el hambre en la tierra.”
Los cristianos como todos
los seres humanos tenemos necesidades y muchas veces optamos por descender al
mundo antes que buscar a Dios para satisfacerlas.
Un plan mentiroso buscando un beneficio
Nos muestra el Señor en Génesis
12:11-13: “Y aconteció que cuando estaba para entrar en Egipto, dijo a Sarai su mujer: He aquí, ahora
conozco que eres mujer de hermoso aspecto; y cuando te vean los egipcios,
dirán: Su mujer es; y me matarán a mí, y a ti te reservarán la vida. Ahora, pues, di que eres mi hermana, para
que me vaya bien por causa tuya, y viva mi alma por causa de ti.
Motivados por la necesidad
y aún el temor buscando un beneficio sin
tener en cuenta a Dios podemos llegar a maquinar mentiras de gran envergadura
que incluyen negar nuestra ciudadanía celestial y aun un vinculo tan sagrado
como el matrimonio manipulando a nuestra propia pareja para que mienta en pos
de un provecho netamente material.
La consumación de la mentira
Nos enseña la palabra de
Dios en Génesis 12:14: “Y aconteció que cuando entró Abram en Egipto,
los egipcios vieron que la mujer era hermosa en gran manera. También la vieron
los príncipes de Faraón, y la alabaron delante de él; y fue llevada la mujer a
casa de Faraón. E hizo bien a Abram por causa de ella; y él tuvo ovejas, vacas,
asnos, siervos, criadas, asnas y camellos.”
Un plan mentiroso
efectivamente puede traer enormes riquezas materiales que abarrotan nuestros
bolsillos y alivianan pasajeramente nuestras necesidades y miedos, de hecho el
sustento de gran parte de la riqueza actual se basa en el fraude y el delito
ante los ojos cómplices de las autoridades.
La mentira desagrada a Dios y trae consecuencias
La Biblia nos muestra en Génesis
12:17 lo siguiente: “Mas Jehová
hirió a Faraón y a su casa con grandes plagas, por causa de Sarai mujer de
Abram. Entonces Faraón llamó a
Abram, y le dijo: ¿Qué es esto que has hecho conmigo? ¿Por qué no me declaraste
que era tu mujer? ¿Por qué dijiste: Es mi hermana, poniéndome en ocasión de
tomarla para mí por mujer? Ahora, pues, he aquí tu mujer; tómala, y vete. Entonces
Faraón dio orden a su gente acerca de Abram; y le acompañaron, y a su mujer,
con todo lo que tenía.”
Concluye Dios esta
historia en Génesis 13:1-2 así: “Subió,
pues, Abram de Egipto hacia el Neguev, él y su mujer, con todo lo que
tenía, y con él Lot. Y Abram era
riquísimo en ganado, en plata y en oro.”
La mentira no está bien
vista ante los ojos de nuestro Señor y los efectos y la adversidad que esta
trae de seguro conllevan la disciplina misma de Dios, el escarnio público y aún
un despido o un exilio.
Jóvenes, tenemos necesidades
sin embargo nuestra única fuente para satisfacerlas debe ser el Señor, nunca
maquinemos un plan embustero y lo ejecutemos buscando bienes materiales, Dios
tiene sus ojos puestos en nosotros y de seguro destruirá ese castillo
construido con ladrillos de mentira.
1 comentario:
Un buen análisis de este pasaje... Gracias
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