* Dios nos ha puesto en
una posición de privilegio con una orden militar para visualizar lo que pasa a
nuestro alrededor y cumplir unos determinados objetivos (vs 17 a).
* Estando en esta posición Dios nos
exhorta en primera medida a oír su palabra (vs 17 b).
* Una vez oída, Dios nos demanda hacer
presente a los inconversos determinadas situaciones para que sean consideradas
por ellos (vs 17 c).
* Dios nos exige en primera medida advertir
y prevenir a las personas que actúan mal acerca de la consecuencia del pecado y
como ser librados de dichas efectos para siempre (Vs 18 a).
* Así mismo, Dios nos insta hacer presente a quienes aparentemente
actúan bien las consecuencias dejar de hacerlo y como tener la redención eterna
cuando cometan un error desagradable a sus ojos (Vs 20 a).
* En cualquiera de los casos Dios
claramente nos muestra que la decisión de aceptar o rechazar la verdad es personal
y depende de la voluntad de quien haya oído la palabra de nuestros labios (vs 19
a y 20).
* No obstante Dios nos indica que
seremos responsabilizados de la condenación de estas mismas personas si su
muerte espiritual está relacionada con que hayamos callado su palabra
incumpliendo nuestro deber de hacerlo (vs 18 b y 20 b).
Recordemos que: "…
es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para
que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea
bueno o sea malo" (II de Corintios 5:10), y “… cada
uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que
está puesto, el cual es Jesucristo. Y sí sobre este fundamento alguno edificare
oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se
hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y
la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de
alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare,
él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego” (I
de Corintios 3:10-15).
Como
el atalaya somos soldados espirituales con la responsabilidad de advertir a los
humanos que las consecuencias de no conocer al Señor Jesucristo, y en caso de
no hacerlo, ser culpables de su muerte espiritual, somos centinelas que la nacer de nuevo gracias
al conocimiento de nuestro Salvador Jesucristo tenemos una nueva visión,
usémosla y vivamos por las cosas que el mundo no puede ver y nosotros sí.
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