5Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí solo, sino en cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros. 6Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos; 7así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza. 8Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él. 9Porque también para este fin os escribí, para tener la prueba de si vosotros sois obedientes en todo. 10Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, 11para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones. – 2 Corintios 2:5-11.
Este pasaje en 2 Corintios esta repleto de aplicaciones prácticas para nuestra vida. Te animamos a que te hagas las siguientes preguntas…
¿Te has sentido ofendido en algún momento de tu vida? ¿Quién fue esa persona que te ofendió? ¿Cómo es tu relación actual con aquel que te hizo algún tipo de daño? ¿Guardas resentimiento en tu corazón contra esa persona? ¿Lo perdonaste por completo al punto de tener que esforzarte para recordar lo que aquel/aquella te hizo?
El apóstol Pablo hablando del hermano ofensor, nos dice que debemos perdonarle y consolarle para que aquel que nos ofendió no sea consumido de demasiada tristeza. Pero, ¿Cómo así?
¿El triste no debería ser yo? Bueno acá vemos uno de esos mandamientos que prueban nuestra obediencia en todo el sentido de la palabra. Busca a aquel que te ofendió y hazle saber que en tu corazón, en tu mente, en tu alma y en TODO tu ser ya le has perdonado. Además consuélale a fin de que aquel que te ofendió no sea consumido de demasiada tristeza.
Pablo el apóstol, también nos anima a confirmar nuestro amor para con él. Idéate alguna manera eficaz y contundente de mostrar todo tu amor hacia aquel que te ha ofendido. Esto en la carne honestamente cuesta, pero en el espíritu es un refrigerio para nuestra alma.
Por último y en medio de otras cuantas aplicaciones que te animamos a estudiar, no permitas bajo ninguna circunstancia (sea la ofensa que sea) que Satanás gane ventaja alguna sobre tu vida.
El no perdonar las ofensas a tus hermanos, te perjudica en primer lugar a ti más que a cualquier otra persona. No olvides nunca el amor Dios por ti. Recuerda cuanto te amó, al punto de expiar cada uno de tus pecados en el cuerpo de Su AMADO HIJO, JESÚS.
Nos vemos mañana,
Este pasaje en 2 Corintios esta repleto de aplicaciones prácticas para nuestra vida. Te animamos a que te hagas las siguientes preguntas…
¿Te has sentido ofendido en algún momento de tu vida? ¿Quién fue esa persona que te ofendió? ¿Cómo es tu relación actual con aquel que te hizo algún tipo de daño? ¿Guardas resentimiento en tu corazón contra esa persona? ¿Lo perdonaste por completo al punto de tener que esforzarte para recordar lo que aquel/aquella te hizo?
El apóstol Pablo hablando del hermano ofensor, nos dice que debemos perdonarle y consolarle para que aquel que nos ofendió no sea consumido de demasiada tristeza. Pero, ¿Cómo así?
¿El triste no debería ser yo? Bueno acá vemos uno de esos mandamientos que prueban nuestra obediencia en todo el sentido de la palabra. Busca a aquel que te ofendió y hazle saber que en tu corazón, en tu mente, en tu alma y en TODO tu ser ya le has perdonado. Además consuélale a fin de que aquel que te ofendió no sea consumido de demasiada tristeza.
Pablo el apóstol, también nos anima a confirmar nuestro amor para con él. Idéate alguna manera eficaz y contundente de mostrar todo tu amor hacia aquel que te ha ofendido. Esto en la carne honestamente cuesta, pero en el espíritu es un refrigerio para nuestra alma.
Por último y en medio de otras cuantas aplicaciones que te animamos a estudiar, no permitas bajo ninguna circunstancia (sea la ofensa que sea) que Satanás gane ventaja alguna sobre tu vida.
El no perdonar las ofensas a tus hermanos, te perjudica en primer lugar a ti más que a cualquier otra persona. No olvides nunca el amor Dios por ti. Recuerda cuanto te amó, al punto de expiar cada uno de tus pecados en el cuerpo de Su AMADO HIJO, JESÚS.
Nos vemos mañana,
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