Hoy Dios me hacía
pensar y meditar lo frágil que soy, que soy nada delante de un Dios eterno,
temible y poderoso, mis días pasan pronto y son transitorios, como neblina.
Salmos 90: 2 “Antes que
naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el
siglo, tú eres Dios.”
Un Dios eterno que
cumple sus pactos y sus promesas y una de las muchas es el pacto con David al
cual Dios le edificó un trono por todas las generaciones y de él viene aquel
cuyo trono no tendrá fin.
Salmos 89: 26-29 “El me clamará: Mi padre eres tú,
mi Dios, y la roca de mi salvación.
Yo también le pondré por primogénito, el más
excelso de los reyes de la tierra.
Para siempre le conservaré mi misericordia, y mi
pacto será firme con él.
Pondré su descendencia para siempre, y su trono como
los días de los cielos.”
Reinará
el más excelso de los reyes de la tierra, pero me pregunto ¿Es Jesús quien
reina en mi vida? ¿Es para mí el más excelso de los reyes de la tierra? Si la
respuesta a esta pregunta es negativa, lo transitorio de nuestra vida sí que no
va a tener sentido, propósito y no es lo que quiere Dios, ese no es el deseo de
Dios para nuestras vidas y lo dice un Dios que afirmó en los cielos su verdad.
Salmos 89: 2 “Porque dije: Para siempre será edificada misericordia; en los
cielos mismos afirmarás tu verdad.” Dios hizo un pacto perpetuo con un hombre y su
misericordia y su verdad siempre estuvieron con él, ¿cómo no lo hará conmigo si
me postro delante de él y le entrego mi vida sin reservas?
Salmos 89: 1 “Las misericordias de Jehová cantaré
perpetuamente; de generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi
boca.”
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