En I de Samuel 31:1-7,
encontramos relatado el patético final del Rey Saúl así:
“Los filisteos, pues, pelearon contra Israel, y los de Israel huyeron
delante de los filisteos, y cayeron muertos en el monte de Gilboa. Y
siguiendo los filisteos a Saúl y a sus hijos, mataron a Jonatán, a Abinadab y a
Malquisúa, hijos de Saúl. Y arreció la batalla contra Saúl, y le alcanzaron los
flecheros, y tuvo gran temor de ellos. Entonces
dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada, y traspásame con ella, para que no
vengan estos incircuncisos y me traspasen, y me escarnezcan. Mas su
escudero no quería, porque tenía gran temor. Entonces tomó Saúl su propia espada y se echó sobre ella. Y viendo
su escudero a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada, y murió con él. Así murió Saúl en aquel día, juntamente
con sus tres hijos, y su escudero, y todos sus varones. Y los de Israel que
eran del otro lado del valle, y del otro lado del Jordán, viendo que Israel
había huido y que Saúl y sus hijos habían sido muertos, dejaron las ciudades y
huyeron; y los filisteos vinieron y habitaron en ellas.”
Dios nos muestra el
trágico deceso del primer rey israelita un hombre autorizado por el Señor para
gobernar pero que en múltiples ocasiones se desvió de los correctos caminos
divinos y ante la presión militar del ejército filisteo decidió quitarse la
vida.
La acción de
suicidarse es definida como la de quitarse voluntariamente la vida, esta forma
de actuar es una pretensión de cumplir el
papel de Dios y decidir cuándo debe terminar la existencia física temporal,
observemos algunos pasajes que nos darán claridad en cuanto a este tema.
Dios es el que da y quita la vida
I
de Samuel 2:6
“Jehová mata, y él da vida;
El hace
descender al Seol, y hace subir.”
Otros suicidas en la Biblia
Como en el caso de Saúl
existen otros descritos en la Palabra de Dios.
II de Samuel 17:23
“Pero Ahitofel, viendo que no se había
seguido su consejo, enalbardó su asno, y se levantó y se fue a su casa a su
ciudad; y después de poner su casa en orden, se ahorcó, y así murió, y fue sepultado en el sepulcro de su padre.”
I de Reyes 16:18
“Más viendo Zimri tomada la ciudad, se metió en el palacio de la casa real,
y prendió fuego a la casa consigo; y así
murió,”
Mateo 27:3-5
“Entonces Judas, el que le había entregado,
viendo que era condenado, devolvió
arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los
ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos
dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó.”
El cuerpo que poseemos ya no es nuestro
Recordemos I
de Corintios 6:19-20: “¿O ignoráis que vuestro
cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual
tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro
cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”
Los cuerpos que
poseemos ya no son de nuestra propiedad, ahora le pertenecen a Dios y son la morada
del Espíritu Santo y fueron comprados y pagados
con el alto precio de la sangre de Cristo.
Jóvenes, el caso de Saúl es un ejemplo claro de la separación divina que
puede llevar a tomar una decisión como la de quitarse la vida, Saúl se alejó de
Dios, caminó otros caminos y llegó a practicar la hechicería; lejos de Dios se
pueden tomar medidas desesperadas y razonar de una manera contraria a la
voluntad del Señor, hoy soplan vientos de doctrinas y derechos que avocan por
la libertad de disponer de la vida propia (suicidio) y la de otros (eutanasia)
prescindiendo por completo de nuestro Creador, tengamos mucho cuidado y seamos
objetivos amparados en la Palabra de Verdad.
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