“Y ni
aun entre estas naciones descansarás, ni la planta de tu pie tendrá reposo;
pues allí te dará Jehová corazón temeroso, y desfallecimiento de ojos, y
tristeza de alma;” - Deuteronomio
28:65.
Este
pasaje se da en el contexto de las advertencias hechas por Dios, a su amada
Israel; una vez entran a poseer la tierra prometida. Dentro de este extenso listado
de consecuencias llegamos al vs. 65, donde el Señor llamaba mi atención al
mencionar estas tres cosas:
El Corazón / Los Ojos / Y El Alma.
Una
vez tomamos la decisión de revelarnos contra el Señor, de tener en poco Su
Palabra y de hacer con nuestra vida lo que “bien” nos parece; entonces Dios
mismo (que tremendo); El Mismo; nos da un corazón temeroso, unos ojos que
desfallecen y una profunda tristeza en nuestra alma.
Me
atrevo a afirmar que la mayoría de creyentes (me incluyo), hemos pasado en
ocasiones por momentos como los que describe el pasaje de hoy. Nos olvidamos de
la voz de Dios y le prestamos más atención a las voces del mundo y su sistema,
llegando a este punto en el que empezamos a sufrir las consecuencias de nuestra
rebeldía.
Un
corazón temeroso nos inunda. No hay paz. Nos llenamos de ansiedad. No tenemos
claridad de pensamientos y llegamos a un momento de crisis y confusión
profunda. El miedo literal nos inunda y persigue, y la paz de Dios está lejos
de estar presente en nuestro corazón.
Además
nuestros ojos empiezan a desfallecer. No vemos como veíamos cuando andábamos
con el Señor. Nos volvemos carnales. Empezamos a ver lo malo como no tan malo y
nuestra mirada se empieza a opacar. Aun la mirada física. Nuestros ojos
reflejan el estado de nuestra alma y es inocultable lo que está sucediendo en
nuestra vida. Nos cuesta sostener una mirada a los ojos y la gente nota fácilmente
lo fríos y alejados de Dios que hemos llegado a estar.
Finalmente
llega la tristeza de alma. Nada nos llena. Nada nos satisface. Vivimos
inconformes, de mal genio, atacando por un lado y por el otro tratando de
buscar culpables, cuando nosotros y solo nosotros hemos sido los causantes de
ese estado en el que hemos llegado a caer.
Esta
mañana tan solo animarnos a no hacer concesiones. A no apartarnos un solo
instante del Señor. Nunca esta será una buena decisión. Recuerda que las
consecuencias no se hacen esperar.
Un
abrazo y nos vemos mañana,
1 comentario:
¡Que GRAN VERDAD!, gracias, muchas gracias
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