David está haciendo los preparativos para que su
hijo Salomón edifique la casa a Jehová, los materiales están listos, ahora
David quiere aconsejar a su hijo sobre el área espiritual.
1
Crónicas 22:13 Entonces serás prosperado, si cuidares de poner por obra los
estatutos y decretos que Jehová mandó a Moisés para Israel. Esfuérzate, pues, y
cobra ánimo; no temas ni desmayes.
David le está recordando a su hijo la importancia de
obedecer los mandatos de Dios, esos que ya conocemos porque los hemos escuchado
a veces por años pero que tal vez no hemos tenido el cuidado, la atención o la
importancia de obedecerlos. El obedecer la palabra de Dios trae prosperidad
a nuestra vida.
Ahora David un cuadro de nuestro amado Padre
celestial nos habla de esforzarnos, cobrar
ánimo, no temer ni desmayar.
Yo veo una gran relación en todas estas palabras, la vida cristiana no es fácil, es tan común pensar en dejar de correr la carrera o dejar de esforzarnos por lo que estamos haciendo para Dios, pero no debe ser así, debemos cobrar ánimo, es decir recuperar el ánimo que tal vez hemos perdido, eso es cobrar. Es pedir a Dios esa voluntad para hacer las cosas y poner todo mi empeño en animarme, es decir tener autoarranque.
Ese desánimo puede venir por tantos factores: tal vez porque las cosas no salen como las esperas, tal vez porque tus discípulos, ovejitas, esposo (a) o hijos vuelven atrás al pecado después que les has invertido tanto tiempo para que crezcan, o tal vez son los temores de pensar que las cosas no van a salir bien, que vas a perder tu empleo, tu salud o tu estabilidad, temores que te hacen perder las fuerzas, al punto de sentir que vas a desmayar.
Yo veo una gran relación en todas estas palabras, la vida cristiana no es fácil, es tan común pensar en dejar de correr la carrera o dejar de esforzarnos por lo que estamos haciendo para Dios, pero no debe ser así, debemos cobrar ánimo, es decir recuperar el ánimo que tal vez hemos perdido, eso es cobrar. Es pedir a Dios esa voluntad para hacer las cosas y poner todo mi empeño en animarme, es decir tener autoarranque.
Ese desánimo puede venir por tantos factores: tal vez porque las cosas no salen como las esperas, tal vez porque tus discípulos, ovejitas, esposo (a) o hijos vuelven atrás al pecado después que les has invertido tanto tiempo para que crezcan, o tal vez son los temores de pensar que las cosas no van a salir bien, que vas a perder tu empleo, tu salud o tu estabilidad, temores que te hacen perder las fuerzas, al punto de sentir que vas a desmayar.
Este pasaje toco mi corazón unos días atrás, la
verdad es que las cosas últimamente han sido difíciles (gracias a Dios es una
más de sus promesas cumplidas sobre la aflicción que tendremos en este mundo),
noticias humanamente hablando “malas”, luchas en la mente, problemas laborales,
problemas económicos, estancamiento en aquellos en los que inviertes tu vida en
el ministerio, etc., etc., etc.
De seguro tú puedes seguir sumando a esta lista pero el consuelo que yo recibí es el mismo que tú puedes recibir hoy: esfuérzate, pide ánimo, no se te ocurra temer o volver atrás y no desmayes, pon tu esperanza y confianza en tu Creador y no te apoyes ni en tu prudencia ni en el hombre.
De seguro tú puedes seguir sumando a esta lista pero el consuelo que yo recibí es el mismo que tú puedes recibir hoy: esfuérzate, pide ánimo, no se te ocurra temer o volver atrás y no desmayes, pon tu esperanza y confianza en tu Creador y no te apoyes ni en tu prudencia ni en el hombre.
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