Dios nos sigue
hablando como si SU PALABRA hubiera sido escrita precisamente para estos
tiempos, año 2019. Veamos:
10 Pues verá que aun los sabios
mueren; Que perecen del
mismo modo que el insensato y el necio, Y dejan a otros sus riquezas. 11
Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas, Y sus habitaciones
para generación y generación; Dan sus nombres a sus tierras. 12
Mas el hombre no permanecerá en honra; Es semejante a las bestias
que perecen. 13 Este su
camino es locura; Con todo, sus descendientes se complacen en el dicho
de ellos. Selah 14 Como
a rebaños que son conducidos al Seol, La muerte los pastoreará, Y los
rectos se enseñorearán de ellos por la mañana; Se consumirá su buen parecer,
y el Seol será su morada. 15
Pero Dios
redimirá mi vida del poder del Seol, Porque él me tomará consigo. Selah 16 No temas cuando se
enriquece alguno, Cuando
aumenta la gloria de su casa; 17 Porque cuando muera no llevará
nada, Ni descenderá tras él su gloria. 18
Aunque mientras viva, llame dichosa a su alma, Y sea loado cuando prospere, 19
Entrará en la generación de sus padres, Y
nunca más verá la luz. 20 El hombre que está en honra y no
entiende, Semejante es a las bestias que perecen - Salmo
49:10-20
Dios nos recuerda
que de ninguna manera debemos sentir envidia por los que están repletos de plata,
los que tienen todas las comodidades, pero no tienen a Cristo, ¡Pobrecitos!, debemos sentir mas bien
lástima por ellos, la Biblia muestra muy claramente cuál es su destino final
por la eternidad, pobrecitos.
Como creyentes
auténticos jamás debemos sentir envidia por aquellas personas que atesoran
riquezas y títulos, y medallas y honores. Nunca debemos preocuparnos por los reconocimientos
y honores del mundo, realmente ante los ojos de Dios, no son nada. Más bien debemos
sentir lástima y orar por la salvación de
aquellas personas (A, B, C y muchos otros – Haz tu propia lista) que han puesto su mira en las riquezas sin
entender que cuando mueran no se llevarán nada y que solamente habrá
condenación y crujir de dientes. Al infierno podrán llevarse su vana gloria.
Es nuestro deber
acercarnos amorosamente, con un muy buen testimonio a todas estas personas y
amarlos, orando por ellos, para que
algún día Dios les abra el entendimiento y escapen del lazo del diablo en que
están cautivos a voluntad de él.
Estas personas
aparentan llevar una vida “dichosa” y son “felices” en medio de su vanagloria,
pero lamentablemente irán a parar en el mismo lugar de su padres que no los
supieron encaminar y nunca más verán la luz, todo será terror y tinieblas y
dolor. Lastimosamente esas personas envanecidas que no quieren entender, son
comparadas por Dios con las bestias que perecen. ¡TREMENDO!
Algunas tantas
RECOMENDACIONES que Dios nos recuerda:
- No sentir envidia por los que se enriquecen o se envanecen en sus conocimientos
- Más bien sentir lástima y orar por ellos para que no vayan a un infierno eterno
- Entender que al morir, nada nos llevaremos
- Confiar en la gracia y las promesas de Dios.
- No poner la mira en las cosas de la tierra, sino en las cosas celestiales.
- No debemos vivir de las apariencias ni dejarnos influenciar de este tipo de personas
- Hay que orar por estas personas para que Dios les abra el entendimiento y no sean condenados eternamente, pobrecitos.
La INSENSATEZ de confiar en
las RIQUEZAS
1. El mundo engañoso de los
RICOS e impíos (Vs 10-14)
2. El mundo REAL de los
humildes y creyentes (Vs 15)
3. El mundo engañoso tendrá
un fin lamentable, aléjate de él (Vs 16-20)
Dios nos recuerda
nuevamente como lo hace en los salmos 37 y 73, cuál es el destino de los ricos
malos, y nos dice que no debemos preocuparnos por el enriquecimiento de los
demás. Estas son palabras de un
Dios JUSTO, que dará a cada uno conforme a lo que haya sembrado. Un Dios que ve
perfectamente quiénes son los que le hemos escuchado y obedecido y también,
quiénes son los que le han ignorado, y conforme a ello, dará su recompensa
eterna.
De verdad que impacta entender MAS CLARAMENTE el destino de la mayoría
de la gente que anda apegada a la carne, a los ojos y a la vanagloria de la
vida, y ver la contundencia con que Dios habla de su destino final, y de esta
manera tener claro que NO DEBO ENVIDIARLOS para nada.
Ojalá lo apliquemos TODOS, aprendiendo más y más a VIVIR HUMILDEMENTE, contentos con
lo que Dios nos da, y estando felices con la familia que nos ha regalado,
agradecidos por el techo, el abrigo y la provisión de cada día.
Fabio
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