Continuamos
el avance en los Salmos, esta semana Dios me mostró un versículo que nos
recuerda nuestra condición como creyentes.
SALMOS 100:3
“Reconoced
que Jehová es Dios;
Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.”
Este
pasaje nos muestra varias cosas, principalmente nos invita a reconocer la
divinidad de nuestro Señor, nos establece claramente que Él es nuestro creador,
así como, que somos seres inferiores y no tenemos la capacidad de establecer la
vida humana, finalmente nos indica que somos sus súbditos, queremos hacer énfasis
en la comparación que hace de nosotros con esos mamíferos rumiantes de tamaño
mediano, que poseen lana y carne muy apreciadas a lo largo de la historia.
Hace
una semana veíamos que los creyentes son asimilados por Dios con árboles y esta
vez lo hace con esos particulares animales.
Nuestro modelo a seguir
La
primera de las ovejas es nuestro Señor Jesucristo, Él es llamado el cordero de
Dios, un ser manso e inocente que fue sacrificado por nuestros pecados.
Salmos
44:11
“Angustiado
él, y afligido, no abrió su boca; como
cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores,
enmudeció, y no abrió su boca.”
Juan
1:29
“El
siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del
mundo.”
Nuestro pastor
Cristo
mismo es nuestro pastor, quien nos guarda, guía y apacienta.
Juan
10:11
“Yo soy el buen
pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.”
Hebreos
13:20-21
“Y el
Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la
sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su
voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por
Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”
I de
Pedro 2:25
“Porque
vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.”
Fuimos ovejas descarriadas
Cuando
no conocíamos de Cristo literalmente éramos ovejas sin rumbo, sin pastor y
nuestro destino era la condenación eterna.
Jeremías
50:6
“Ovejas perdidas fueron mi pueblo; sus
pastores las hicieron errar, por los montes las descarriaron; anduvieron de
monte en collado, y se olvidaron de sus rediles.”
Ezequiel
34:6
“Anduvieron perdidas mis ovejas por todos
los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron
esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por
ellas.”
Mateo 9:36-38
“Y al
ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y
dispersas como ovejas que no tienen
pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, más los
obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.”
Ahora somos ovejas de su redil
Luego
de haber escuchado el Evangelio de la Salvación y haber profesado nuestra fe en
Jesucristo formamos parte de su rebaño y nuestro destino cambio literalmente
del infierno al cielo.
Salmos 79:13
“Y nosotros,
pueblo tuyo, y ovejas de tu prado,
Te
alabaremos para siempre;
De
generación en generación cantaremos tus alabanzas.”
Juan 10:1-3
“De
cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las
ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Mas el que
entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas
llama por nombre, y las saca.”
Isaías
40:11
“Como
pastor apacentará su rebaño; en su
brazo llevará los corderos, y en su
seno los llevará; pastoreará suavemente
a las recién paridas.”
Zacarías
9:16
“Y los salvará en aquel día Jehová su Dios
como rebaño de su pueblo; porque como piedras de diadema serán enaltecidos
en su tierra.”
Lucas
12:32
“No temáis, manada
pequeña, porque a vuestro Padre le
ha placido daros el reino.”
Jóvenes,
fuimos ovejas descarriadas, con un destino realmente trágico y desolador, Dios
en su misericordia un día nos miró y nos rescató, ahora formamos parte de su
rebaño, tengamos presente ese cambio en nuestra vida y no dejemos de compartir
el Evangelio de Cristo a otros que como nosotros no conocen de la esperanza
viva y eterna, demos la oportunidad a los inconversos de poder gozar de un
presente y un futuro como el descrito en Salmos 23:1-2: “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En
lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me
pastoreará.”
Hasta
esta tarde.
MAC