El capítulo dieciséis de los Salmos es un himno de David que trata
sobre la seguridad de nuestra porción en el cielo como herederos de Dios, de él
extrajimos la siguiente fracción de la Palabra de Dios.
Salmos 16:5-11
“Jehová es la porción de mi herencia y
de mi copa;
Tú
sustentas mi suerte.
Las
cuerdas me cayeron en lugares deleitosos,
Y
es hermosa la heredad que me ha tocado.
Bendeciré
a Jehová que me aconseja;
Aun
en las noches me enseña mi conciencia.
A
Jehová he puesto siempre delante de mí;
Porque
está a mi diestra, no seré conmovido.
Se
alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma;
Mi carne también reposará
confiadamente;
Porque no dejarás mi alma en el
Seol,
Ni permitirás que tu santo vea
corrupción.
Me
mostrarás la senda de la vida;
En tu presencia hay plenitud de
gozo;
Delicias a tu diestra para
siempre.”
Gracias a la obra de Jesucristo en
la cruz y entre las múltiples buenas consecuencias derivadas de la salvación está
la elevación de la condición de desheredados a herederos de Dios.
Miremos algunos versículos que
nos confirman esta verdad.
Gálatas 3:29
“Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de
Abraham sois, y herederos según la promesa.”
Gálatas 4:7
“Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por
medio de Cristo.”
Es única y exclusivamente a través
de nuestro Señor que podemos gozar de la calidad de beneficiarios de la
herencia espiritual, es imposible acceder a estos beneficios de otra manera.
Tito 3:4-7
“Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y
su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros
hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la
regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en
nosotros abundantemente por Jesucristo
nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser
herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.”
Tengamos siempre presente la vida
que va más allá de nuestro paso temporal por la tierra y trasciende lo mundanal.
Jóvenes, antes de Cristo carecíamos
de una esperanza y no teníamos ninguna condición frente a Dios, hoy gracias a
que alguien nos compartió el Evangelio de la Salvación, que comprendimos la
razón de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo y que hicimos nuestra
profesión de fe, somos sus legítimos herederos. En nuestra mente y corazón
siempre debe estar el deseo y la intención férrea de dar a conocer la
posibilidad de que más hombres y mujeres puedan tener acceso esa herencia celestial.
Un abrazo, nos vemos
esta tarde.
MAC
1 comentario:
=) =) =)
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