Que agradable es
escuchar y sentir que hemos sido LIBERTADOS DEL PECADO y que ahora somos
SIERVOS de LA JUSTICIA. Los invito a que meditemos en este hermoso pasaje en el
libro de Romanos.
15¿Qué, pues?
¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna
manera. 16¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a
quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?
17Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis
obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados;
18y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.
19Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis
vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para
santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia. 20Porque
cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. 21¿Pero
qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque
el fin de ellas es muerte. 22Mas ahora que habéis sido libertados
del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación,
y como fin, la vida eterna.23Porque la paga del pecado es muerte,
mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. - Romanos 6:15-23
El pecado no tiene
cabida en la vida del creyente, debemos entender que ya no somos esclavos del
pecado, porque hemos entendido la gravedad de ese tipo de vida licenciosa y
hemos sido rescatados de las garras del Diablo. Ahora, en nuestra condición de
hijos de Dios, debemos obedecerle a Dios y no caer en las garras de la
tentación puesta por el enemigo.
Ahora somos siervos
de la justicia, siervos de Dios, y en esta nueva condición nuestras vidas deben
estar en un proceso continuo de santificación. Nuestros miembros, nuestros
cuerpos, nuestras mentes, nuestras actitudes ahora deben estar dispuestos para
obedecerle y servirle a Dios, con una renovación total en nuestras vidas. Jamás
debemos traer a colación nuestra vida
pasada enorgulleciéndonos de lo que hacíamos, antes por el contrario, debemos
avergonzarnos por nuestro pecado. Es necesario tener claro que ese pecado solo
conduce a la MUERTE.
Debemos estar muy
agradecidos con Dios por lo que ha hecho con nosotros al liberarnos de esas
muerte eterna, perdonando todos nuestros pecados, y debemos estar dispuestos a
entender que somos SIERVOS de Dios y que
nuestra mira debe estar puesta en la SANTIFICACIÓN.
Hoy, el Señor me
está mostrando que no debo avergonzarme de salir a mostrarle al mundo que la
paga del pecado es muerte, y mostrarles claramente lo que les espera, y también
enseñarles con mucho amor la forma de ser salvos de esa ira venidera, la forma
de recibir ese DON de Dios que es la vida eterna en la presencia de Dios, por
medio de aceptar a Jesucristo como su Señor y Salvador. Es necesario, urgente,
inaplazable, salir a contarle al mundo lo que está pasando y lo que pasará, es
necesario salir a PREDICAR el Evangelio a toda criatura.
Hoy Dios nos
recuerda la diferencia entre estar muerto y estar VIVO espiritualmente. Ahora
somos Siervos de la JUSTICIA. Tenemos un Dios que nos ha recibido amorosamente
en su familia pasándonos de muerte a vida, de condenación a SALVACIÓN, un Dios
que olvida nuestro pasado y ahora nos permite ser sus siervos.
Impacta ver el cambio tan vertiginoso que se da en un momento en la vida
del ser humano cuando está dispuesto a creerle a Dios. Ver la importancia de
dejar atrás la vida licenciosa del pasado y la importancia que tiene en mí el
proceso de SANTIFICACIÓN, entender que NO es un juego, debe verse
permanentemente en mí.
Apliquemos
esta enseñanza contando estas verdades con toda claridad a aquellos que aún no
conocen la verdad, y disfrutando a plenitud de todas las bendiciones de Dios
como hijos suyos. Alejándonos 100% de cualquier mancha de pecado, combatiendo a
muerte contra las malas miradas y pensamientos, aborreciendo la mentira, siendo
pacientes y aplomados, amando a la gente y reflejando siempre la LUZ de Cristo
en nosotros.
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