Nos acercamos
al final del libro de Oseas, una obra repleta de ejemplos prácticos para
nuestra vida actual. Revisemos este pasaje.
Oseas 11:1-2
“Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto
llamé a mi hijo. Cuanto más yo los
llamaba, tanto más se alejaban de mí; a
los baales sacrificaban, y a los ídolos ofrecían sahumerios.”
Observamos
como Israel es amado y llamado por Dios desde su temprana juventud y también como
desaprovecha el tiempo en pos de la idolatría.
Amor y llamado
Israel es nombrado
como el hijo de Dios quien lo ama desde su adolescencia y lo llama desde Egipto,
un cuadro del mundo del que les liberó con su poderosa mano.
Tiempo
desperdiciado de Israel
Israel menosprecia
el amor de Dios y utiliza su libertad para alejarse de su Salvador practicando
ritos satánicos y ofreciendo a divinidades malignas diferentes elementos.
Nuestro caso
Muchos recibieron
a Jesús en una edad temprana, siendo amados por el Creador quien les llamó del
mundo y les ofreció la Salvación. Al igual que Israel un gran porcentaje no
tiene en cuenta este precioso regalo y ponen su juventud en función de la
idolatría.
I de Corintios 7:29.31
“Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la
tuviesen; y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si
no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen; y los que disfrutan
de este mundo, como si no lo disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se
pasa.”
Reconozcamos que el tiempo de la juventud
es pasajero.
Efesios 5:15-17
“Mirad, pues, con diligencia cómo
andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos,
sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.”
Colosenses 4:5
“Andad sabiamente para
con los de afuera, redimiendo
el tiempo.”
Vivamos teniendo
conciencia del tiempo y su correcta administración.
Jóvenes, Dios
nos muestra cómo podemos desaprovechar la juventud aún siento amados, llamados y
rescatados por Él. Pongamos el resto de vida al servicio de Dios. Si se
presenta lejanía de nuestro Señor acerquémonos a Él.
. M .
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