Como
creyentes toda nuestra confianza y esperanza debe estar en el Señor. No hay
algo o alguien diferente a Él en quien podamos descansar plenamente. De esto
nos advierte el predicador en el libro de Eclesiastés.
“Donde abundan los sueños, también abundan
las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios.” – Eclesiastés 5:7.
¿Está mal
soñar? ¿Hacer planes en nuestra mente suponiendo que las riquezas se van a
aumentar? ¿Poner nuestra confianza y esperanza aún en esas cosas? Miles de
Estadounidenses se acercaron esta semana a comprar sus tiquetes de la lotería
mas grande en la historia de su país. USD1.500.000.000. Una cifra que nos
cuesta convertir a pesos. Viendo las noticias podía sentir este pasaje tan
vivo. Gente soñando con ganarse el premio y pensando en la forma en que lo
utilizaría. Muchas vanidades y muchas palabras. ¿Qué dice Dios? Mas tú, Teme a Dios.
“Además, el provecho de la tierra es para todos; el rey mismo está sujeto
a los campos. El que ama el dinero, no
se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También
esto es vanidad. Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los
consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos? Dulce es
el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir
la abundancia.” - Eclesiastés 5:9-12
El mismo
rey está sujeto a los campos. Mira el fenómeno del niño. La ciencia no puede
hacer cosa alguna para que los cielos destilen su rocío. El ser humano depende
plenamente del creador, es por esto que Dios mismo nos pide no amar el dinero
poniendo nuestra confianza en el mismo. El ojo nunca se sacia de ver ni el oído
de oir. Cuando aumentan los bienes también aumentan los que los consumen. Al
rico no le deja dormir la abundancia cuando su enfoque no es el correcto;
mientras que el que come mucho o come poco siendo un trabajador fiel, tiene
dulces sueños.
“Hay un mal doloroso que he visto debajo
del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal; las cuales se
pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda en
la mano. Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal
como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano.” - Eclesiastés 5:13-15.
Si Dios nos
da riquezas que disfrutemos de las mismas. Que el dinero no se vuelva ni
nuestra meta ni nuestra obsesión en la vida. Recuerda a Salomón. Dios le dijo
pide lo que quieras y el pidió tan solo sabiduría. Este es el enfoque correcto
en la vida. Temer a Dios y guardar sus mandamientos porque esto es el todo del
hombre.
“He aquí, pues, el bien que yo he visto:
que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que
se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque
esta es su parte. Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y
le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su
trabajo, esto es don de Dios.” -
Eclesiastés 5:18-19.
“Hay un mal que he visto debajo del cielo,
y muy común entre los hombres: El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes
y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da
facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es
vanidad, y mal doloroso.” -
Eclesiastés 6:1-2.
Que no
caigamos en semejante situación. Esto es vanidad y mal doloroso como lo dice el
pasaje.
Un abrazo
y nos vemos mañana,
Javier.
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