Dios nos dice en Eclesiastés
1:9-10: “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido
hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay
nuevo debajo del sol. ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo?
Ya fue en los siglos que nos han precedido.”
La sicología moderna
acuñó un término que parece novedoso y lo nombró como Zona de Confort, un
estado de comodidad y bienestar derivado principalmente de la prosperidad económica
que declina en una situación de sedentarismo mental y total aceptación de las
circunstancias que dan seguridad a esa comodidad a las personas inmersas en ese
estado; sin embargo lo anterior, la Biblia nos muestra que desde los tiempos
antiguos este tipo de estabilidad ya existía y podía ser contraproducente, miremos
el ejemplo de nación de Israel en Deuteronomio 8:11-14: “Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios,
para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno
hoy; no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, y tus vacas y tus ovejas se
aumenten, y la plata y el oro se te
multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y
te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de
servidumbre;”
La situación de incomodidad y su objetivo
Deuteronomio 8:15-16: detalla algunas características de los días en el desierto
del pueblo de Israel así: “… que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de
escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca
del pedernal; que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no
habían conocido, afligiéndote y
probándote, para a la postre hacerte bien;”
Fue un tiempo y un
espacio de necesidades y pruebas diversas con el objetivo de traer bendición.
El peligro del confort
Remitámonos a Deuteronomio
8:17: “y digas en tu corazón: Mi
poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza.”, este pasaje nos
muestra la posibilidad de gozar de la comodidad y prosperidad proveniente de
Dios, negando su majestad.
¿De dónde provenía el poder?
La respuesta a esa pregunta
está contestada en Deuteronomio 8:17: “Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas,
a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.”, la facultad
para generar riqueza de los israelitas provenía de Jehová, así mismo hoy nuestra
capacidad en los asuntos humanos y espirituales proviene de Dios.
Jóvenes, el ejemplo de las
aflicciones y pruebas de la nación de Israel durante su travesía por el
desierto y la satisfacción de sus necesidades por parte de Dios nos muestran
que en un determinado caso si bien podríamos sufrir carencias, al ser saciados
en ellas por nuestro Señor podríamos olvidarnos de Él y volver a confiar en
nuestras propias fuerzas humanas como sí no existiera.
La invitación del pasaje
estudiado es a cuidarnos de caer en esa zona y día a día poner diligencia,
atención y solicitud en la ejecución de nuestros deberes como obreros aprobados,
no abandonar nuestra cita diaria, nunca dejar de congregarnos o abandonar el
servicio en el ministerio.