“1:6 El hijo honra
al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra?
y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros,
oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos
menospreciado tu nombre? 1:7 En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y
dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es
despreciable. 1:8 Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio,
¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo?
Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto?
dice Jehová de los ejércitos.1:9 Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para
que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas
cosas? dice Jehová de los ejércitos.” Malaquías
1:6-9
Una motivación
permanente para nuestro andar cristiano es Nuestro parentesco con Dios, como
Padre y Señor nuestro. Esto nos manda fuertemente a temerle y honrarle como a
nuestros padres aquí en la tierra.
Lo que vemos en estos
versículos es que a pesar de entender esta verdad, Israel no le estaba dando a Dios
el verdadero lugar que tenía en sus vidas, y él se los reclama así como también
no lo pide hoy a nosotros.
Hay muchas personas que
viven negligentemente para Dios; se conforman con un servicio dominical a el
que van aun con pereza, o a una reunión ya sea de jóvenes, discipulado, parejas
jóvenes, etc. Tienen esto como una de sus rutinas para pensar que están
sirviendo a Dios y que están siendo buenos cuando realmente no hay una
transformación real en sus vidas y no existe una reverencia y sumisión
autentica a Dios y su palabra.
Este tipo de personas
no entiende lo que es tener a Dios como prioridad en su vida y nunca se
sacrificaran verdaderamente por el avance del reino de Dios. Si adoramos a Dios
con ignorancia y sin entendimiento, ofreceremos un animal ciego como
sacrificio; si lo hacemos despreocupadamente, si somos fríos, si nuestras obras
se ven mucho pero no las hacemos de corazón, llevamos el cojo; y si toleramos
en nuestra vida el pecado alejándonos de la santidad que Dios nos pide,
llevamos al enfermo.
Para estar bien delante
de Sus ojos no basta hacer lo bueno sólo por hacerlo, sino que debemos hacerlo
por un principio eterno y bueno
(honrarlo como a nuestro padre y señor). No abusemos de la gracia y la libertad
que tenemos de parte de nuestro Dios.
Podemos reposar en la
misericordia de Dios por el perdón de
nuestros pecados, pero nunca creer que esa misericordia es un pase libre
para el pecado en el futuro.
No pienses que le das
demasiado tiempo a Dios cuando realmente
le das lo que sobra, no pienses que estás dando tus recursos en extremo, cuando
también podría ser lo que sobra y piensa en esto con más aspectos de nuestra vida.
Te animo a darle ese
lugar número 1 a Dios en tu vida y naturalmente se va a notar que así es.
Lindo día. Nos vemos
mañana.
Juan
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