“Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí solo,
sino en cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros. Le basta a tal
persona esta reprensión hecha por muchos; así que, al contrario,
vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de
demasiada tristeza. Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él. Porque
también para este fin os escribí, para tener la prueba de si vosotros sois
obedientes en todo. Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo
lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en
presencia de Cristo, para que Satanás no gane ventaja alguna sobre
nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.” – 2 Corintios 2:5-11
Que desafiante es
este pasaje, cuando a la hora de aplacar nuestro orgullo se trata. Pablo reconoce que
hay algunos (incluso hermanos en la fe) que le han causado daño de alguna
manera; y no solo a él sino a algunos de
sus mismos hermanos en Cristo. El punto es la forma como Pablo reacciona.
Él dice en primer
lugar que a tal persona que ha causado la ofensa ya le basta (le es suficiente)
la reprensión hecha por muchos, y lo que necesita es ser perdonada y consolada,
con el propósito de no ser consumida de demasiada tristeza.
¿Cómo así? Me
ofendió y aparte de eso, ¿debo buscar la
reconciliación y añadirle el consuelo?
SI. Así es. Y no
solo esto; sino que debo confirmar mi amor para con aquel que me ha ofendido.
Este es el amor de Dios, quien nos dio ejemplo para que sigamos sus pisadas. Mira
la forma como nos lo enseña Colosenses:
“Vestíos,
pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de
benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a
otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la
manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” – Colosenses 3:12-13.
De la manera que
Cristo nos perdonó, así también hacedlo vosotros. ¿Qué has hecho en contra de
Dios que El en su amor no te haya perdonado por completo?
Así que si en este
momento tienes algo en tu corazón contra aquel que te hizo daño, ora de corazón
al Señor para que el mismo te sane y te permita actuar como Pablo lo hiciera en
la iglesia de Corinto.
Perdona, Consuela,
Restaura y llena de amor a aquel que te hizo daño. Cuán difícil es hacerlo en la
carne, pero que refrigerio para nuestra alma cuando lo hacemos en la llenura
del Espíritu.
Un abrazo y nos
leemos mañana,
¡¡¡ Uyyy... qué dificil !!!, pero SI DIOS LO DICE, entonces hay que hacerlo... Gracias por el consejo
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